Por: Dra. Tania Elena Hernández, especialista en Neurología del Centro Médico de la Aviación Civil

Los biorritmos son los cambios cíclicos de las variables biológicas. La finalidad de los ritmos biológicos es la sincronización del organismo con los ciclos medioambientales. La clasificación más utilizada es la que toma como referencia la comparación con el valor temporal de un día: Los ciclos de una duración cercana al día se denominan circadianos.  La etimología del vocablo “circadiano” hay que buscarla en el latín: “circa” (alrededor de, cerca de) y “dies” (día).

Entre las múltiples variables reguladas por los ritmos circadianos, cabe destacar la actividad cerebral, la secreción endocrina, la tensión arterial, la oscilación a lo largo del día de la frecuencia cardiaca, el rendimiento muscular, la función digestiva, la regeneración celular (las células epidérmicas se regeneran por la noche), las variaciones horarias de la actividad metabólica y la temperatura corporal.

Los desfases horarios entre el ritmo biológico y el horario externo pueden producirse en situaciones tales como el trabajo a turnos y el cambio de zona horaria. Dichos desfases provocan múltiples trastornos desde el primer día: alteración del ritmo sueño vigilia, insomnio, desorientación, cansancio físico y mental, alteraciones endocrinas y metabólicas, estas dos últimas, como se reseña a continuación, también se presentan de forma crónica, y marca la diferencia entre el jet lag que afecta a los pasajeros y la disrupción cronobiológica que afecta a los tripulantes.

A largo plazo, la alteración de los ritmos circadianos puede afectar a varios sistemas, como el endocrino, el metabolismo -aumentando la incidencia de diabetes y obesidad- y especialmente el sistema cardiovascular, agravando patologías previas y favoreciendo las enfermedades malignas. Además, es de especial interés la patología psiquiátrica producida por las alteraciones circadianas (por ejemplo, algunos casos de trastorno bipolar tienen su origen en una alteración circadiana, como el hombre lobo y la luna).

La alteración o disritmia circadiana es provocada por el brusco cambio de fase en el ciclo noche-día, tras un vuelo que atraviesa varios meridianos terrestres, situación en la que al organismo no le da tiempo a adaptarse a los rápidos cambios horarios producidos por dichos vuelos con lo que, al final del viaje, los ritmos endógenos del organismo no están sincronizados con el uso horario del lugar. Por tanto, la sintomatología se presenta una vez llegado a su destino. Los síntomas están ocasionados fundamentalmente por la alteración del ritmo sueño-vigilia que se produce como consecuencia de que algunos biorritmos no coinciden en la misma fase entre ellos y en relación con el ciclo luz-oscuridad del exterior.

En los vuelos transoceánicos, el sincronizador externo o zeitgeber es el estímulo para la adaptación, con lo que los biorritmos endógenos varían progresivamente hasta adaptar la fase del ciclo de éstos con la del zeitgeber. El periodo de adaptación depende del número de husos horarios cruzados y de que el pasajero se dirija al Este o hacia el Oeste; asimismo, varía según la variable fisiológica a estudiar: por ejemplo, en un desfase horario de 6 horas, la sincronización del ritmo de la temperatura endógena precisa como mínimo de 2 a 3 días, mientras que para el ajuste de algunas variables hormonales se necesitan semanas. Otros factores, como el ritmo sueño-vigilia, siguen un patrón más complejo, pues dependen de varios factores además del desfase horario: como por ejemplo, los hábitos de la persona, sus actividades en el punto de destino, la motivación del viaje, el disfrute ante la novedad del destino visitado, el interés en conocer el lugar, factores psicológicos (las personas extrovertidas, al interactuar más intensamente con los demás, se adaptan con mayor facilidad a los ritmos sociales, lo que, a su vez, proporciona mayor adaptabilidad a los diferentes ritmos en general, como por ejemplo los circadianos).

Si el viaje tiene su destino en el Oeste, las siguientes acciones son las más recomendadas:

  • Las dos noches previas a la salida es aconsejable acostarse más tarde de lo habitual; del mismo modo, y cuando la persona se lo puede permitir, deberá levantarse más tarde.
  • Tanto las tardes de uno o dos días inmediatamente anteriores al vuelo, como la del día del vuelo, conviene exponerse a una iluminación muy intensa o tomar baños de sol.
  • El día del viaje se recomienda ingerir bebidas de cafeína (dentro de un consumo razonable).
  • En el lugar de destino se recomienda usar gafas de sol por la mañana.
  • En cambio, por la tarde del primero o dos primeros días en el huevo huso horario es de gran utilidad preventiva la exposición muy intensa a la luz.

Por el contrario, en los viajes hacia el Este:

  • Se recomienda acostarse antes durante las dos noches anteriores al embarque, madrugando más en las mañanas posteriores a dichas noches previas.
  • En las mañanas de uno o dos días inmediatamente anteriores al vuelo conviene exponerse a una iluminación muy intensa o tomar baños de sol.
  • El día del viaje se deben suprimir las bebidas de cafeína.
  • En el destino, y durante el primero o dos primeros días deberá pasear lo más temprano posible a la luz diurna.
  • En cualquier caso, y dado que la luz es un potente zeitgeber, se recomienda una permanencia al aire libre de forma prolongada, para favorecer estímulos positivos, como visitar lugares agradables, ir de compras entre otras.
  •  Por la tarde es útil llevar gafas de sol en el lugar de destino para intentar adaptase al adelanto de la fase de oscuridad nocturna.

El uso de gafas de sol se puede pautar también para el transcurso del vuelo: dependiendo del horario de salida y del lugar de destino, la utilización de gafas de sol durante el viaje puede ayudar a la sincronización, al actuar sobre el zeitgeber lumínico. De acuerdo con lo que se acaba de comentar, en los viajes hacia el Este deben usarse en el horario que corresponde a la tarde del lugar al que nos dirigimos, lo que ayuda al organismo a aclimatarse al adelanto del periodo de oscuridad propio de los destinos al Este del punto de partida. En los viajes hacia el Oeste es preciso utilizarlas en el momento del vuelo durante el cual el lugar de la meta del viaje se encuentra en el periodo matutino.

Una buena medida psicológica es ajustar la hora del reloj desde el comienzo del vuelo con la de la zona horaria de destino. Esto ayuda a interiorizar casi espontáneamente el nuevo horario, lo que favorece la adaptación psicológica a la hora local.

  • En las veinticuatro horas previas al vuelo es preciso evitar excederse en la ingesta de alcohol. Hidratarse durante el viaje bebiendo líquidos y evitando el alcohol. Las bebidas de cafeína se usarán con moderación, y sólo en los caso concretos -ya comentados- en los que pueden ayudar a conseguir la sincronización circadiana (por ejemplo, cuando se inicia por la mañana del lugar de origen un vuelo hacia el Oeste. En cambio, está contraindicada en los vuelos hacia el Este de cualquier horario de salida)
  • Comer poca cantidad de alimentos en cada ingesta, pero aumentar el número de éstas, cuidando de no superar la cantidad total diaria de alimentos previa, y procurar seguir una dieta equilibrada (simplemente, la cantidad total diaria habitual dividirla en mayor número de ingestas). Aunque en tierra son muy recomendables las frutas, verduras y ensaladas para una alimentación equilibrada, hay que procurar evitarlas antes de subir al avión y durante el vuelo, pues la flatulencia que producen se agrava por la hipopresión de la cabina según la Ley de Boyle-Mariotte (P x V = P´x V´). En consecuencia, al ser el volumen inversamente proporcional a la presión, y bajar ésta en el interior del avión, aumenta el volumen del gas contenido en el aparato digestivo (cualquier estado de malestar incide también sobre la respuesta del organismo ante la disrupción circadiana transmeridiana).

En cualquier caso la adaptación es mejor en los individuos que suelen realizar actividad física y alimentación balanceada sin exponerse a hábitos tóxicos y con un aprovechamiento óptimo de las capacidades psicofísicas.

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